martes, 29 de marzo de 2011

Maternidad

Lo que distingue a un buen artista de otro extraordinario es, más que la técnica, la sensibilidad y la capacidad para crear obras de arte incluso con limitaciones.


Pues bien, aquí tenéis un ejemplo de cuadro pintado con una limitadísima gama de colores, casi sin anécdota, y que, sin embargo, resulta de una maestría absoluta. Un par de cabezas, la de una madre y su hijo (la mujer y el hijo del artista) que apenas asoman tras un pesado edredón; éste, al igual que los almohadones y las paredes, muestra tonalidades de blanco -del marfil al grisáceo, del azulado de las sombras al nacarado de los brillos-, consiguiendo texturas, pliegues, sensación de masa. Nunca vi un cuadro tan blanco y tan cálido a la vez. Id a verlo en el Museo Sorolla: está cerca, es gratis los domingos por la mañana, es un lugar hermoso y disfrutareis de la visita.

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